Vivir en el extranjero es una experiencia que te enseña a ver al mundo desde otra perspectiva, te ayuda a valorar lo que tienes y a darte cuenta de las injusticias de nuestro país o de los demás países. Los contrastes siempre van a depender del lugar al que hayas ido, sin embargo, hay factores comunes en las cosas que extrañamos cuando vivimos fuera de México: 
Los puestos de comida callejeros
La comida es de las cosas que más se extrañan, las tortillas, las salsas, la variedad de chiles, el mole, los adobos, un pozole, todos estos productos que aquí encontramos con tanta facilidad, normalmente no se encuentran o están muy caros, y lo que nos rompe el corazón es que no puedes salir a un puesto de tacos a media madrugada. Olvídate de los puestos callejeros o “carritos” de tamales en la mañana para desayunar tu guajolotita en el trabajo, de los elotes en la tarde, los camotes con lechera, las garnachitas con cueritos y las baratísimas tortas o gorditas. Y, aunque seguro puedes encontrar hot-dogs o hamburguesas, no van a estar abiertas saliendo de la fiesta. 
Remedios para la cruda
Y si soñaste con doña pelos sirviéndote un menudo al otro día, puedes ir despertando a la cruda realidad, donde no hay ni Clamato, porque a menos que estés en Canadá o Estados Unidos, el Clamato no es tan común como aquí. Ni qué decir de las tortas ahogadas, que ni siquiera están en todos los estados de México; y sin tortillas ni chile, no chilaquiles for you. Pero unas aspirinas y un suero en lo que encuentras un nuevo remedio la resaca, te pueden funcionar. 
La borrachera
La fiesta está en cualquier parte del mundo, pero no el mezcal, ni el tequila, ni una pacífico, y si los encuentras, te van a salir bastante caros. Dependiendo del lugar en donde estés, vas a tener que conocer otros destilados, muchas veces estamos acostumbrados a un tipo de alcohol que “nos cae bien” y que nos pone buenacopa o nos deja amanecer frescos al día siguiente, así que llévatela leve en lo que encuentras tu nuevo vicio. 
Dulces y frituras picositos
No hay pelón pelo rico, indi dedo, miguelito, cuchara mix, rellerindos, pulparindos, lucas muecas, picafresas, es más, ni una ****** chipileta. Estamos acostumbrados a que nuestros dulces piquen un poco, pero en muchos lugares eso es muy raro, así que vete empacando dos cajas de manguitos enchilados. Tampoco vas a encontrar chilito para tu fruta ni manzanas cubiertas de chamoy. Y de las frituritas, no sólo no hay lagrimitas ni rueditas con cueritos en la calle, tampoco hay sabores adobados, jalapeño, fuego, diablo, flamig hot, ¡nada! Pero puedes comprar una- carísima- salsa Valentina y echarle a tus papitas bbq. 
Postres de abuelita
Aunque no los comas tanto estando aquí, vas a suspirar por una capirotada, una calabaza en tacha, un café de olla, una concha con nata, una cocada, alegrías, jamoncillo, muéganos, borrachitos, camotes de puebla, tamarindos, merengues, obleas. Y es que, aunque encuentres su versión en el país en el que estés, no va a saber igual. 
Artículos del hogar e higiene personal
Si eres de los que se tallan con zacate al bañarse, te vas a ir acostumbrando a las esponjas; au revoir a la piedra pómez (ni te apures, no vas a tener un sartén que tallar); en muchos países tampoco hay tendederos, ya sea por el clima o porque simplemente no se acostumbra. Tampoco vas a poder blanquear tu ropa con el sol; hay lugares donde tampoco hay ya estufas con fuego, y a muchos nos sabe diferente la comida calentada así. Y para trapear o limpiarte los pies, no hay jergas. Y aunque muchos no los usan tampoco aquí, tampoco hay molcajetes. Para acabarla de amolar, cuando tengas todo el frío del mundo, no vas a tener tu cobija de feria (ni a tu mami). 
Tu lengua, albures y jerga
Desde el “ahorita” y todos los problemas que podemos tener con esa palabra y la puntualidad, hasta hacer un chivo o alburear a tus compañeros de trabajo. Tampoco vas a cantar ninguna de Selena estando borracho, ni vas a referirte a nadie en diminutivo para demostrar cariño. Pero eso sí, cuando encuentres a alguien que hable español, va a ser tu brodi. 
La gente
Pues claro, vas a extrañar a tus amigos y a tu familia. Vas a extrañar también la picardía, la gentileza, los modos, la energía y la amabilidad del pueblo. Ya nada de que tu casa es la casa del otro y mucho menos saludar de beso a alguien que no conoces. En muchos lugares tampoco son comunes las muestras de cariño públicas (ni los arrimones en el metro). 
El lugar donde naces, aunque muchas veces es un dolor de cabeza, un suplicio social y un nido de corrupción y desigualdad, tiene cosas que te hicieron quien eres y de las que te va a costar trabajo despegarte. Quizá el viaje te haga reconocer qué cosas te gustan de tus raíces y qué cosas deberíamos resolver o resignificar. 
Disfruta hasta la nostalgia y construye tu propio México estés donde estés.
¿Y tú, qué es lo que más extrañarías?